Oración fallida

He tenido, y sigo teniendo, mi ración de oración que no produce los resultados por los que se rezó. El grado de éxito ha aumentado drásticamente y las razones del fracaso han cambiado.

Mis primeros fracasos en la oración se debían a que no entendía lo que era realmente la oración y a que no entendía a Dios. Sin examinar realmente lo que era la oración, "rezaba" según lo que yo creía que era: pedir a Dios que hiciera algo. La idea detrás de tal "oración" era convencer a Dios de que la cosa era necesaria o que hacerla resultaría en algún beneficio para él. En realidad era trabajar para cambiar su voluntad. Suplicar y prometer hacer algo por él eran partes de la "oración" si la necesidad del resultado era urgente.

Tal y como lo veo ahora, Dios debería ofenderse ante tal oración. Puede que no lo esté porque es muy misericordioso e indulgente, pero tendría todo el derecho a estarlo. Tal oración lo trata como alguien que nos retiene o nos extorsiona: ambas cosas no son ni remotamente parte de su carácter. Dios da gratuitamente y no pone condiciones.

El primer cambio importante en mi oración se produjo cuando llegué a creer que Dios no retenía y que la oración utilizaba el poder y los medios que nos da para producir los resultados que buscamos. Los fracasos que experimenté entonces en la oración fueron por diferentes razones. Algunos fracasaron porque no supe reconocer la diferencia entre la tentación de no creer y no creer. No darme cuenta de lo que era la duda hizo que otros fracasaran. La fe que no estaba obrando por amor produjo fracaso. Fracasé en recibir porque pedí mal para consumirlo en deseos equivocados. No afirmar la autoridad que Dios nos ha dado resultó en fracaso también.

Todavía tengo oraciones que no han tenido éxito y tipos de oraciones que fallan. Estoy trabajando para aprender por qué, hacer los cambios, y ser cambiado para perfeccionar la oración para satisfacer cualquier tipo de necesidad de los que nos rodean.