Liberación
Mientras leía el libro de Mateo en 1983, me di cuenta de la frecuencia con la que Dios ministraba a la gente en sueños: 1:20, 2:12, 2:13, 2:19, 2:22. Se me ocurrió que, si se lo pedía, Dios podría ministrarme también en sueños. Así que se lo pedí. La primera noche que lo hice tuve un sueño.
En el sueño mi padre y mi hermano estaban parados frente a mí. Mi hermano tenía un perro que ladraba a algo que yo no podía ver. La sensación en el sueño era que estaba muy cerca detrás de mí.
Mi padre ordenó a la cosa a la que ladraba el perro que saliera al exterior. Una cosa negra, con forma de mancha, salió de detrás de mí y se puso a la vista. Mi padre le preguntó cuánto tiempo llevaba allí. Le contestó que llevaba allí trece años. Mi padre le ordenó que se fuera. La cosa respondió trepando con las uñas por la pared de ladrillo de una biblioteca y desapareció.
Cuando me desperté le pedí a Dios que me trajera el recuerdo del sueño y así lo hizo. Le pregunté qué significaba.
Mi padre en el sueño era Dios. Mi hermano era Jesús. La cosa negra en forma de mancha era un espíritu maligno que había estado en mi vida durante 13 años.
¿Qué había pasado en mi vida 13 años antes, en 1970? En 1970 me gradué de la escuela secundaria. Parte de ese proceso incluía hacer los exámenes de acceso a la universidad ACT y SAT. Para mi sorpresa, me fue muy bien en esos exámenes. Sin darme cuenta de lo que hacía, me enorgullecí de mi capacidad intelectual, de mis conocimientos. Esto estaba simbolizado en el sueño por la biblioteca. Cuando me enorgullezco de mi capacidad intelectual y de mis conocimientos, abro el camino para que este espíritu ocupe un lugar en mi vida.
En mi sueño Dios le había ordenado que se fuera. Ahora que estaba despierto y me di cuenta de que tal espíritu había ganado un lugar en mi vida, le ordené que se fuera. Agradezco a Dios que estoy libre de cualquier efecto que haya tenido en mi vida.