Si es la voluntad de Dios, sucederá de todos modos
Existe la idea de que oramos porque es la voluntad de Dios que oremos y si Dios quiere que suceda, entonces la oración será respondida. Si Él no quiere que suceda, entonces no sucede. Esta idea esta en conflicto con las escrituras.
Si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídasela a Dios, el cual da a todos abundantemente y no reprende, y le será dada. (Santiago 1:5)
Según las Escrituras, Santiago y Proverbios por ejemplo, la voluntad de Dios es que la gente tenga sabiduría. Dios ordena a las personas que carecen de ella que se la pidan y promete dársela. Esta es una declaración bastante clara de su voluntad. Sin embargo, los dos versículos siguientes de Santiago nos dicen que no todo el que la pida la recibirá.
Pero que pida con fe, sin vacilar. Porque el que vacila es semejante a la ola del mar que se agita con el viento y es zarandeada. Pues no piense ese hombre que recibirá algo del Señor. (Santiago 1:6-7)
Así que, aunque sea la voluntad de Dios que una persona tenga sabiduría, si su oración por ella no es conforme a la fe, no la recibirá. De hecho, la persona que no ora con fe no recibirá nada de lo que pida, sea o no la voluntad de Dios que lo reciba.
Hay aquí varias lecciones importantes para perfeccionar la oración.
El hecho de que oremos por algo que es la voluntad de Dios no significa que lo recibiremos.
El hecho de que no recibamos algo no significa que no sea la voluntad de Dios que lo recibamos.
La fe es necesaria para producir resultados en la oración
La duda nos impide recibir respuestas a la oración, incluso cuando es la voluntad de Dios que las recibamos.
La oración se rige por leyes espirituales. La fe es necesaria para que la oración funcione. La duda va en contra de la oración y la hace fracasar.