La duda
Sin duda, la duda es una de las fuerzas más poderosas que se oponen al éxito de la oración. Si queremos vencerla y librarnos de ella, debemos aprender qué es y cómo funciona.
El diccionario define la duda como vacilar, estar inseguro, vacilar en creer o desconfiar. La palabra duda proviene del latín dubitare. En su libro Doubt: Faith in Two Minds, Os Guinness revela que la palabra latina dubitare procede de una palabra aria que significa "dos". La duda no es fe insuficiente, es creer dos cosas en conflicto. La persona que duda vacila entre las dos creencias sin saber cuál es la verdadera y qué camino es el correcto.
Con respecto a la oración, la duda oscila entre creer que nuestra oración producirá los resultados por los que oramos, que está produciendo los resultados por los que oramos o que produjo los resultados por los que oramos, y creer que nuestra oración no producirá, no está produciendo o no produjo los resultados por los que oramos.
Piensa en Jairo. (Marcos 5:22-42) Su hija está a punto de morir. Acude a Jesús y le ruega que venga a imponerle las manos para que se cure y viva. Jesús fue con él - parece que la oración producirá y está en proceso de producir los resultados por los que reza Jairo. Pero, ¡espera! Una mujer toca a Jesús y queda curada de un flujo de sangre, y Jesús se detiene para solucionar el problema. La oración de Jairo parece estar a punto de fracasar. Su hija se está muriendo. No le queda mucho tiempo. Cualquier retraso podría resultar fatal para su oración y para su hija. Justo cuando termina el retraso, llegan noticias de la casa de Jairo de que su hija ha muerto. Parece que su oración ha fracasado.
Sin embargo, Jesús le dijo a Jairo que sólo creyera - que creyera que su oración estaba produciendo y que produciría los resultados que había pedido. A pesar de la evidencia contraria de que la oración había fallado, Jesús continuó a la casa de Jairo, levantó y sanó a su hija. La oración de Jairo tuvo éxito.
La duda es más que creer que dos cosas son ciertas. La duda es un intento de confiar en dos fuentes o medios diferentes para satisfacer nuestras necesidades. Es un intento de confiar en Dios con su forma de hacer las cosas en la oración y confiar en otra fuente con las formas de este mundo. La descripción de Os Guinness de la imagen china de la duda describe muy bien la lucha de este intento e insinúa su inevitable resultado: "tener un pie en dos barcos".
En realidad, no debería sorprendernos la lucha entre la creencia basada en la forma de actuar de Dios y la basada en nuestra forma de actuar.
Mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dice el Señor. Porque como los cielos son más altos que la tierra, así mis caminos son más altos que vuestros caminos y mis pensamientos más que vuestros pensamientos. (Isaías 55:7,8)
Estamos acostumbrados a utilizar nuestros caminos para obtener resultados. Medimos lo que es posible según el conocimiento y la comprensión basados en la evidencia de cosas que nosotros, testigos de confianza, o expertos en la materia, hemos visto y oído en el pasado, vemos y oímos ahora, y nuestra experiencia en los resultados producidos cuando vemos esas condiciones. Utilizamos esa misma evidencia para medir el estado actual de nuestro esfuerzo por producir resultados.
En la oración intentamos utilizar los caminos de Dios para producir resultados. Nuestra vida de medir lo que es verdadero, posible y fiable basándonos en nuestra experiencia usando nuestra forma de hacer las cosas es inútil cuando estamos intentando usar formas que son mucho más elevadas que nuestras formas. No debemos esperar que sean útiles. En verdad, nuestra forma de medir basada en nuestra experiencia es contraria a la forma de Dios de hacer las cosas y trabaja en contra de nuestra oración.
El camino de Dios es que creamos la verdad basándonos en lo que Dios dice: el testimonio de testigos fiables registrados en la Biblia y la palabra de su Espíritu de verdad. Lo que Dios dice que es verdad. Si Dios dice que una cosa es posible usando su manera de hacer las cosas, entonces es posible. Si Dios dice que así es como debemos orar una oración para producir los resultados que buscamos, entonces así es como la oramos y producirá los resultados. Si Dios dice que, a pesar de la evidencia contraria, nuestra oración sigue en pie y debemos seguir creyendo, entonces pasamos por alto la evidencia contraria y creemos lo que Dios dice.
Fe - creer que podemos confiar en que Dios
para satisfacer nuestras necesidades
los medios a utilizar para producir resultados que satisfagan nuestras necesidades
nos hace partícipes capaces de los medios que producen resultados
- proviene de la semilla de la Palabra de Dios sembrada en nuestros corazones y que da fruto.
Creer
evidencia actual vista,
nuestra experiencia con la evidencia de cosas vistas en el pasado
que se puede confiar en nuestros medios para la verdad y los resultados en la vida
que no se puede confiar en Dios y sus medios
que somos incapaces de participar en los medios que producen resultados
viene de la semilla que entra en nuestros corazones para ahogar la palabra y la fe que produce. Es la fe cizaña. Funciona de forma muy parecida a la fe, pero se basa en una forma de evidencia de la verdad mucho más baja y menos fiable.
La duda es tener una doble mente, un doble corazón. Es tener a la vez fe y cizaña. Es un caso clásico de exceso de siembra: sembrar semillas sin limpiar primero el terreno de las semillas existentes. Cada semilla trabaja para ahogar a la otra. Cuando las condiciones favorecen a una semilla, producirá fruto, y cuando las condiciones favorecen a la otra semilla, producirá fruto. En la oración, la fe cizaña es siempre fe cizaña y siempre trabaja para ahogar la oración de modo que no produzca resultados. Si la evidencia se combina con la fe cizaña para apoyar la creencia de que la oración está produciendo resultados, entonces la fe cizaña interviene para tomar el lugar de la fe y ahoga la oración. Si la evidencia se combina con la fe tara para apoyar la creencia de que la oración no está produciendo resultados, entonces la fe tara supera a la fe y ahoga la oración. Esto es especialmente cierto cuando la cizaña de la fe provoca miedo.