La alegría del Señor

La alegría es la creencia, basada en el testimonio de la Palabra y el Espíritu de Dios, de que nosotros, o alguien a quien amamos, está, o pronto estará 

La tristeza es lo opuesto a la alegría.

Habrá más alegría en el cielo por un pecador que se arrepiente que por noventa y nueve justos que no necesitan arrepentirse. (Lucas 15:7)

Juan registra lo que Jesús enseñó a los discípulos para que el gozo de Jesús permaneciera en ellos y para que su gozo fuera pleno (completo y sin disminución). (Juan 15:11). ¿Qué les enseñó? A partir de Juan 14, Jesús enseñó a sus discípulos a vivir en unidad con Dios permaneciendo en él, dando frutos que glorifiquen a Dios y siendo guiados por el Espíritu de la verdad.

Todo lo que pidáis en mi nombre, yo lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Si pedís algo en mi nombre, yo lo haré. (Juan 14:13-14)

Hasta ahora nada habéis pedido en mi nombre: pedid y recibiréis, para que vuestro gozo sea completo. (Juan 16:24)

Me dio una gran alegría que algunos hermanos vinieran y contaran acerca de su fidelidad a la verdad y cómo continúan caminando en la verdad. No tengo mayor gozo que oímos que mis hijos andan en la verdad. (3 Juan 1:3-4)

La alegría del Señor es nuestra fuerza (Nehemías 8:10) - la fuerza para vencer y resistir contra las fuerzas que trabajan para apartarnos de la unidad y la fecundidad.

Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os enfrentéis a diversas pruebas, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia. Y que la perseverancia tenga su perfecto resultado, para que seáis maduros y completos, sin que os falte nada. (Santiago 1:1-3)

A través de Santiago, Dios nos dice que las pruebas prueban nuestra fe y son las condiciones bajo las cuales nos volvemos más fructíferos. Esto funciona para que recibamos madurez espiritual y para que recibamos todo lo que necesitamos.

Aquel en quien la semilla fue sembrada sobre pedregales, ése es el hombre que oye la palabra y enseguida la recibe con alegría; sin embargo, no tiene una raíz firme en sí mismo, sino que es pasajero, y cuando surge la aflicción o la persecución a causa de la palabra, enseguida se aleja. (Mateo 13:20-21)

Oír la palabra de Dios produce alegría: creer que estamos viviendo en unidad con Dios y dando frutos que le glorifican. La aflicción y la persecución vienen a probar nuestra fe y el gozo que produce nuestra fe. Vencen a la persona cuya creencia no está arraigada en el testimonio de la Palabra y el Espíritu de Dios. También pueden vencer a la persona que no comprende que la aflicción y la persecución a veces acompañan las condiciones bajo las cuales recibimos bendición - condiciones bajo las cuales nos compactamos en unidad con Dios y nos volvemos más fructíferos. Vencemos a las fuerzas de la aflicción y la persecución apartando nuestros ojos de ellas y mirando hacia delante, hacia la unidad y la fecundidad crecientes: hacia la alegría que tenemos ante nosotros. 

Corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual, por el gozo puesto delante de él, sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios. (Hebreos 12:1-2)

Por el gozo (del Señor) que le fue puesto por delante, Jesús soportó la cruz. Creyó que, confiando en Dios y en el camino que Dios le reveló, por sus llagas seríamos curados, por su sangre derramada seríamos limpiados del pecado, sufriendo la muerte pagaría el precio de la redención para liberar a todo el hombre y a la creación de Satanás. Por la alegría de dar fruto que nos libera del pecado y de la muerte y nos lleva a una vida de alegría, Jesús soportó la cruz.

La alegría actúa en la oración cuando creemos, basándonos en el testimonio del Espíritu de verdad, que vivimos en unidad con Dios y producimos frutos que le glorifican cuando recibimos lo que deseamos y pedimos en la oración. La fe en nuestra oración será probada y cuando se demuestre que es genuina tendremos lo que pedimos.

Todo lo que pidiereis orando, creed que lo recibiréis, y os vendrá. (Marcos 11:24)

Creer que recibimos lo que hemos pedido en oración es gozo y debe producir una expectativa gozosa que produzca frutos que glorifiquen a Dios. La alegría es el fruto normal de creer que recibimos y será el resultado natural de la fe verdadera.